viernes, 12 de marzo de 2010

LA POSICIÓN CRÍTICA
P
edro, de familia en honradez muy bien situada socialmente, era novio de Sara a pesar de que, con sus respectivos caracteres, chocaban en frecuentes discusiones que ni siquiera terminaban en disculpas, tan sólo en un seguir hacia delante como si no hubiera pasado nada. Pero Sara era bellísima para él y, por eso, insistía en un creerse estar enamorado de ella y en que obsesivamente, sólo ella, le daría la felicidad.
Un día a su madre, una señora muy inteligente y que había experimentado tanto en la vida, le pidió su opinión:

- Madre, yo me siento muy feliz con Sara; dime tu parecer, ¿qué opinas?
- Pues, hijo, lo que quiero es eso, que te sientas y que seas feliz, es sólo lo que deseo.
- Aún así, madre, ya con un amigo me he peleado porque me dijo que ella no me quería, que él lo notó muy claramente por las poquísimas atenciones que me daba y, por supuesto, me enfadé con él, de sus seguros celos. Madre, sé que con la persona que más confianza tengo es contigo; dímelo de verdad, con sentido crítico, ¿qué piensas de nuestra relación?
- Mira, no lo tomes para mal, ¡por favor!, hijo, Sara no te quiere tanto como crees, no evita lo más mínimo esas discusiones que os he escuchado aquí mismo en nuestra casa y la que está enamorada no se siente tan a menudo en ese malestar.
Pedro estuvo a punto de contestarle de la manera tan desenfrenada como lo hizo con su amigo, ya que en sus emociones no cabía ese juicio o valoración tan al margen de ellas, de su "interior" (equivale a la tradicionalidad en la sociedad), de lo que él creía que nunca sería un error.
Es ésa, en claro, la diferencia entre opinión y virtuosidad crítica (el sentido crítico). Opinar sabe cualquiera y va siempre unido a las emociones, a la conveniencia ideológica, al dejar pasar para evitar molestias y a la superficialidad de las aparentes buenas conductas; por el contrario, aplicar el sentido crítico exige sopesar mucho, dudar en las apariencias, profundizar o reflexionar, ver las expectativas que hay a largo plazo, austeridad, en definitiva, un desligar la emocionalidad. Es decir, en la opinión no hace falta en un principio "nada"; en la posición crítica, ¡sí! .En esencia, es imprescindible la valoración sensata: un dudar de las cosas -en sus apariencias o en sus incoherencias- que prosigue con y hacia la demostración.

martes, 9 de marzo de 2010

-En todos los hechos de los seres humanos HAY unos intereses sociales e, inevitablemente, unos intereses personales. La verdadera responsabilidad (ética) de cada ciudadano es el de saber compensarlos.
-Un gobierno no debe acusar a otro de colaborar con el terrorismo (el "pedir explicaciones" es una manera implítica de hacerlo) sin tener unas pruebas irrebatibles y un consenso de la mayor parte de la sociedad, porque casi nunca eso se hace y, cuando se ha hecho, el resultado ha sido de una guerra (en todos los aspectos). Ése es el error y, a continuación, un dejarse llevar por quienes alimentan esa confrontación.
-El "guerrismo civil" ha estado implantado en el "subconsciente social", sobre todo, de dos países: Estados Unidos y España (al igual que, en la "guerra fría", había ése bipolarismo obsesivo en pensar que "tenían condición de demonio y eran un peligro para los valores morales" los de una parte y, los de la otra, que eran "esos despiadados explotadores que impedían una liberación del pueblo"). Por eso en tales países están arraigadas tantas contrariedades, enfrentamientos de mitad contra mitad, de unos que se liberan o maduran una gran coherencia, ante esas tensiones de las cuales aprenden, y de otros que aún defienden el más involucionismo arcano (llegando incluso a despreciar a Darwin o a Galileo), etc. Sí, tendrá que pasar mucho tiempo para que estos dos países sanen de eso.

jueves, 4 de marzo de 2010

"La naturaleza es la influencia que recibimos genéticamente, cosas tan difíciles como respirar cuando se duerme. Pero hay otra información que llega no por los genes sino por el aprendizaje social: la imitación, el ensayo y el error".
-----------------------------Jesús Mosterín

Los extremistas, los fanáticos, los intolerantes, los violentos del imponer una ideología o una religiosidad por la fuerza -o sea, con reacción de represalias o con condenas arbitrarias eternas- siempre buscan un truco o un punto débil con el cual atacar a la democracia, a la libertad, al "deja decidir mi vida", o a la tolerancia. Uno de esos trucos es el utilizar que existe por donde sea "libertinaje" -para franquear o desvirtuar al centro de todos valores democráticos que es la libertad-; y, de tal manera, que ya por esa vía o truco todo les puede parecer o ser "libertinaje", según sus conveniencias, para defender o proteger uno u otro "de sus extremos".
Pero, contra eso y en responsabilidad, todo ciudadano, toda institución democrática lo que debe defender como primero es la existencia de la libertad; y de que, de ahí, se pase a otra cosa por una u otra depravación, eso ya es sólo un asunto de educación y de decisión personal o, bien, de convencimiento, es decir, de promover educativamente y mediáticamente -en libertad- una justa conciencia social.
La autoridad moral es lo único que ha sido una constante "civilizadora" -de corrección y de progreso- durante todos los tiempos; pues, ésta, siempre se ha utilizado en cualquier manifestación racional, intelectiva o ética.
La Biblia, en realidad, está hecha desde un decir de autoridad moral y, por eso, es a su vez una amplia muestra legítima y bien justificada de comparaciones (de metáforas, de alegorías, de parábolas, etc.).
Por ello, es la comparación LO ÚNICO importante que no ha dejado de serlo para que se avance mediante un equipararse -por ser un seguimiento de reprobación- a unos modelos, a unas ejemplaridades que siempre tuvieron la autoridad moral -necesaria sólo por ser ejercida o practicada- frente a los que no, porque... tenían en contra los hechos y la carencia de esfuerzos.
Así es, una madre, a la que le han asesinado su hijo unos terroristas, suele llamarlos indignadamente a esos "como ratas", "como bestias" y sólo porque, sencillamente, ella tiene todo el peso de la autoridad del mundo para... hacerlo. Otro, que nunca roba, frente a ése que se lo ha robado todo, de igual forma; otro, que nunca maltrata a un animal, frente a ése que maltrata y sigue maltratando impunemente y, además, cínicamente.
Pues, los que no hacen ciertos hechos reprobables, y son víctimas de esos hechos, y no reciben beneficios de esos hechos -y sí censuras y linchamientos- con tantos esfuerzos suyos puestos en riesgo, tienen siempre la autoridad moral porque se practique y, además, es su obligación o responsabilidad ética o social el que lo hagan.
www.aporrea.org/actualidad/n17017.html
El maltrato a los animales es una injusticia y la ablación del clítoris es otra injusticia (cada una con la gravedad subjetiva que cada cual decida libremente, que para eso hay libertad de pensar y de expresión); ahora bien, las dos tienen la misma causa objetiva: la tradicionalidad y el consentimiento estatal. Por ello, se deben obligatoriamente -en el contexto de la sensatez, del análisis, de la ciencia...- que comparar, porque tienen la misma causa -o relación causal-.
Medios de comunicación españoles no sólo justifican -algo que objetivamente lo descalifican en un máximo cinismo- sino, además, demuestra en ellos una complicidad e impunidad; claro, esto sostenido sólo en hechos -que es lo único que ahí cuenta-, no en palabras -más o menos subjetivas- que es en lo que se les puede demostrar a otros.